La conmoción
social por la desaparición forzada de Santiago Maldonado es un hecho. Es que
quedó claro para la mayoría de la población que no se trata de cualquier cosa:
es la acción consciente del poder ejecutivo que reprimió e hizo desaparecer a
una persona. Un hecho de esta naturaleza reactivó los anticuerpos políticos que
anidan en inmesos sectores sociales y está produciendo una marea de indignación
popular que colmó las calles con cientos de miles de personas en todos el país
el 1 de septiembre.
En la sociedad
argentina perviven toda una serie de principios políticos de orden democrático
que fueron conquistados durante la caída de la dictadura militar. En Argentina
no puede matarse una persona en una protesta, no puede decretarse el estado de
sitio, no puede desaparecer una persona por parte del Estado, por nombrar
algunas de las “líneas rojas” o “límites políticos” que si el Estado pasa las
cosas se pudren. Pero el gobierno de Macri quiere trasvasar esas líneas para
instaurar una nueva Argentina donde esté “mal” protestar por los derechos
sociales y políticos del pueblo. ¿Vamos a permitir que el gobierno salga con
las suyas? ¿Vamos a dejar que el Estado tenga impunidad para reprimir y
desaparecer personas? ¿O vamos a tomar una decisión política colectiva que
implica luchar por Santiago hasta que caiga quien caiga? Esta segunda opción
implica ir hasta el final: si el gobierno se mantiene firme en su negacionismo;
si el gobierno no reconoce que a Santiago se lo llevó la gendarmería; si el
gobierno mantiene en su cargo a Patricia Bullrich, el pueblo no puede rendirse
y tiene que pegar un salto en su lucha y movilización.
Entonces, ¿qué
hacer?. Hace falta masificar aún más el reclamo por Santiago y poner en el centro
la exigencia de la renuncia de Patricia Bullrich, tal como reclamó Sergio, el
hermano de Santiago durante el acto en Plaza de Mayo. Bullrich es la
responsable directa de los hechos y quien está al frente del operativo de
encubrimiento. Lograr su renuncia es un paso central en la lucha por su
aparición con vida y justicia. Hay que desatar en el gobierno una verdadera
crisis política que sólo puede lograrse si la movilización popular da un salto
en organización, masividad y contundencia. En ese sentido hace falta organizar
en cada lugar de trabajo y estudio acciones públicas y callejeras con el
objetivo de ir consumando una Jornada Nacional de Protesta que podría tener
como ejemplo el Paro de Mujeres donde miles salieron a las calles durante el
mediodía paralizando las actividades y durante la tarde tomaron las calles en
todo el país. Este movimiento por abajo tiene que combinarse con la exigencia a
todos sindicatos y federaciones estudiantiles para garanticen la convocatoria.
Necesitamos
que la Argentina no dé un paso atrás. La desaparición forzada de una persona
por parte del Estado no puede quedar impune. Estamos en un momento donde se
está midiendo qué país vamos a tener en el próximo período: si uno donde
triunfan los patrones, los milicos y su lacayos políticos o uno donde los de
abajo nos plantamos por nuestros derechos y ponemos en pie otra sociedad.
Eric "Tano" Simonetti, militante del Nuevo MAS
3 de septiembre de 2017