jueves, 31 de julio de 2008

Del conflicto agrario a la lucha de los trabajadores

Ni con el campo, ni con el gobierno.
Con los trabajadores cordobeses y los obreros del neumático



Con el conflicto entre las patronales agrarias y el gobierno nacional se abre una nueva etapa política en la Argentina signada por algunos elementos centrales: el principio del fin del ciclo económico iniciado en 2002 con la devaluación de la moneda y la entrada a un nuevo ciclo de alza de la lucha de clases.


1. El fracaso del capitalismo “nacional y popular”

Con éste conflicto se expresó algo que muchos querían que no se exprese: que el programa económico del kirchnerismo, el modelo “nacional y popular” no ha sido ni la sombra de lo que dice ser. No ha sido un proyecto “nacional” porque en más de 5 años no sólo no se ha desprendido el país del yugo del imperialismo sino que ha profundizado su dependencia. Desde la energía, las fábricas como la tierra han pasado de forma creciente a manos de capitales extranjeros, reforzando el dominio político de los países centrales sobre el proceso económico local. Más allá de la apariencia de independencia política del Estado de los Kirchner, el poder económico mundial se ha visto fortalecido sobre el ya debilitado de las burguesías locales –parasitarias del capital internacional- como sobre el conjunto de los trabajadores, que han visto elevada su explotación a niveles extraordinarios.

Tampoco este gobierno ha sido “popular” en sus políticas. ¿Y cómo iba a serlo si todo su programa económico se apoya sobre la devaluación del salario real en 2002, una de las expropiaciones más brutales al salario desde principios de los 90´?. La participación de los trabajadores en la riqueza producida por ellos mismos ha bajado del 25% en el 2001 al 19% en 2008.[1] Es decir, que el crecimiento en la acumulación de capital no redundó en un incremento de la remuneración salarial, sino en un aumento de la explotación de la fuerza de trabajo a niveles de los más bajos de la historia. Todo esto a pesar de que el ciclo de re-activación económica generó un crecimiento del empleo incorporando a más de 3.000.000 trabajadores al mundo del trabajo. Pero como señala Claudio Lozano, el crecimiento del empleo no redundó en una baja de la pobreza, la precarización del trabajo, la mejora de las condiciones laborales, la exclusión y la superexplotación; sino en un aumento de la explotación, aumentando la productividad del trabajo en beneficio de los capitalistas. Por más que el salario nominal haya aumentado desde el 2003 hasta el último aumento que acaba de realizar el gobierno elevando el salario mínimo a $1240, el salario real sólo obtuvo una suba hasta principios del 2006. Pero en términos relativos –en relación a la tasa de ganancia-, el salario bajó, producto de los estrepitosos incrementos de la extracción de plusvalor que trajo la devaluación, en sintonía con la suba de los precios de mercancías en el mercado internacional, generando que se pague salarios en pesos y se venda en dólares. Actualmente la canasta básica de una familia argentina trabajadora ronda los $3.500, mientras que según el gobierno, la Unión Industrial Argentina y la burocracia sindical es de $1240.

Esta desigualdad fenomenal la podemos ver claramente en la Industria Manufacturera, que encabeza los índices de crecimiento del empleo con un 23%, la producción aumentó un 68,5% su actividad, un 191% sus ganancias y disminuyó un 38% la participación de los trabajadores en la riqueza producida. En el resto de las ramas de la producción económica se repite el mismo fenómeno: aumento extraordinario de las ganancias de los capitalistas y una persistente caída de valor en el salario de los trabajadores. Este es el resultado del capitalismo “nacional y popular” de la era Kirchner.


2. Tendencia hacia el cambio de la polarización política

Otro elemento a destacar por su centralidad para abordar la nueva etapa abierta con el conflicto entre el gobierno y el campo es que expresa la entrada a una nueva alza de la lucha de clases. Como sucede en muchos casos, esta alza tuvo como primer capítulo una polarización hacia la derecha, aglutinando en oposición al gobierno un polo capitalista. El aumento subterráneo de la tensión de clases se expresó como lucha inter-burguesa pero, con el voto de Cobos en el Senado contra las retenciones móviles y la claudicación del gobierno de los Kirchner ante las patronales agrarias cerró este primer capítulo y ha comenzado a dar lugar a que la tensión social se exprese más cabalmente sobre su contradicción central: como lucha de clases.

Dos hechos actuales dan razón a esta afirmación. La gran movilización de más 20.000 trabajadores estatales cordobeses contra el ajuste a las jubilaciones del gobierno de Schiaretti y la huelga de los trabajadores del neumático de las fábricas FATE, Pirelli y Firestone por aumento salarial y contra los 160 despidos. Decíamos que muestra una nueva tendencia porque es la primera respuesta de la clase trabajadora a los planes de ajuste de las distintas fracciones burguesas a la crisis económica en gestación.

El gobierno de Schiaretti de la mano del “democrático” parlamento cordobés aprobó una reforma del régimen jubilatorio que significa un ajuste al bolsillo de los jubilados. Con este dinero pretende paliar la crisis financiera del Estado provincial, agrava por el conflicto con el campo –por la baja en la actividad económica- y la baja del envío de fondos del Estado nacional –como “castigo” a Schiaretti por apoyar el lock out del “campo”. De esta manera actúa uno de los más acérrimos defensores de la Mesa de Enlace agropecuaria y de la rentabilidad extraordinaria de los patrones del campo: contra el bolsillo de los trabajadores. Mientras que defiende la rentabilidad capitalista, ataca el salario de los trabajadores.

Del otro lado, el de los industriales aliados al gobierno nacional, que se mostraron a favor del régimen de retenciones móviles –puesto que ese dinero se traduciría en subsidios para ellos-, también se constata esta ofensiva sobre el bolsillo obrero. Los capitalistas de FATE, Pirelli y Firestone, las fábricas de neumáticos más grandes del país- vienen coordinando sus esfuerzos para poner un techo salarial que no entorpezca sus fabulosas ganancias. Pero sus trabajadores no están dispuestos a seguir ganando miserias y han empezado, centralmente en FATE, un proceso de organización democrática, profundamente antiburocrática y crecientemente anti-patronal. Es a través de la combinación de la Asamblea, el Cuerpo de Delegados y la coordinación entre las fábricas que vienen de realizar un paro contra los despidos, piquetes, cortes en la ruta Panamericana y distintas movilizaciones hacia el centro de la Capital. Y a través de esta unidad gestada desde las bases que lograron que el miércoles el Ministerio de Trabajo dictara la conciliación obligatoria y obligara a las empresas a que reincorpore a los todos despedidos. Como los patrones se negaron, los trabajadores decidieron entrar a trabajar –incluidos los despedidos-.

Con esas dos acciones vemos como muy distintos sectores de trabajadores no concilian sus intereses ni con la patronal industrial del gobierno kirchnerista ni con el gobernador cordobés amigo de las patronales agrarias. Ni un unos ni en otros han mostrado confianza ambas movilizaciones obreras y con su lucha muestran que es posible una “tercera posición”, de clase, independiente de cualquier variante burguesa.


[1] Claudio Lozano. Los ganadores de la etapa de crecimiento y desigualdad: un análisis sectorial. Junio de 2008. “El nivel de producción global se incrementó en un 52,4%, mientras los precios lo hicieron un 135,5% y la participación del ingreso de los ocupados en el PBI descendió un 23,7% (pasó de representar el 25,4% en el 2001 al 19,4% en el 2007). Es decir que el contenido de la reactivación económica revela una mayor desigualdad en el reparto de los ingresos.” Pág.2.

jueves, 3 de julio de 2008

Sobre el conflicto entre el gobierno y el campo

1. Inflación mundial o descargando la crisis sobre los trabajadores del mundo

La principal forma de contener la crisis económica mundial que tiene la burguesía es por medio del aumento de los precios de las mercancías. Excepto, por supuesto, el salario, la fuerza de trabajo con la cual obtiene sus ganancias. Esta fuerza de trabajo que en los últimos meses ha perdido muchísimo valor pasa a ser un problema cada vez mayor para el orden burgués, quién se pregunta a sí mismo cómo evitar que la suba generalizada de mercancías y el detrimento estrepitoso del precio del salario no se traduzca en nuevos levantamientos de masas que tiendan o rompan directamente el bendito “pacto social”. En distintos países del mundo estos levantamientos ya están dando a luz; pero el país que se encuentra más cerca de romper el “pacto social” es Bolivia. Todo el imperialismo esta mirando y operando para instaurar un régimen fascista para evitar un nuevo levantamiento popular como los vividos en Octubre de 2003, pero esta vez de dimensiones mayores.

Esta crisis internacional, más allá de lo que digan los distintas economistas burgueses, ya está impactando en el proceso económico argentino y tiene como principal correlato el conflicto entre el “campo” y el gobierno nacional por la apropiación de la renta agraria.


2. La disputa “Campo vs. Gobierno” como expresión de la crisis mundial

Este fenómeno –el conflicto entre el gobierno y el campo- se sitúa y es expresión de la crisis económica mundial y de la embestida económica, política y militar que está realizando el imperialismo buscando descargar la crisis por medio del aumento de la explotación de los trabajadores en las colonias de América Latina, Africa, Asia y Medio Oriente.

Este contexto actual de agudización de la lucha inter-burguesa, y de la entrada en emergencia de elementos de lucha de clases creciente reclama una posición de independencia política de clase clara, sin atisbos de apoyo por más mínimo que sea a cualquiera de los bandos patronales. Es decir, para que el conflicto asuma cada vez un carácter de clase marcado y salga de la antinomia dominante “campo/gobierno” es necesario levantar una política de independencia de clase de ambos bandos patronales. Mientras el peronismo pregona la ideología de la conciliación de clases entre patrones y trabajadores, y las patronales agrarias pretenden realizar su propio “argentinazo”, los trabajadores y sectores populares tenemos que levantar nuestras propias banderas de lucha, de forma independiente cualquier fracción burguesa.

Sólo la lucha independiente podrá evitar que la crisis económica internacional recaiga sobre el bolsillo de los trabajadores.


3. De la lucha inter-burguesa a la construcción de un nuevo frente político patronal

Por medio de esta pelea, distintos sectores patronales están preparando un recambio del comando político del estado. Su objetivo cada día es más claro: reorientar la economía en beneficio propio y dirigir el aparato de represión del estado en la nueva alza de la lucha de clases que pre-anuncia la crisis mundial. Tanto el imperialismo, la burguesía local y los intelectuales cipayos saben muy bien que el grado de dependencia de la economía argentina con respecto al capitalismo global es tan alto que una crisis de las dimensiones actuales sacudirá el crecimiento económico nativo y dispondrá a vastos sectores populares a la lucha.

Por estas razones este movimiento patronal se presenta como la reacción al ciclo de acumulación iniciado en el 2002 con la devaluación y los ya presentes indicios de agotamiento. Este ciclo fue consecuencia directa de la crisis del 2001 y de su resolución burguesa vía la devaluación del peso, generando una depresión del salario y condiciones excepcionales para la exportación de materias primas. Pero este movimiento reactivo no pretende superar ni la forma general en que se desarrolla el proceso ni la tendencia de desarrollo del capitalismo argentino desde entonces. Sólo busca re-orientar esta forma específica del desarrollo. Centralmente lo haría abriendo la economía a través de nuevas inversiones del capital internacional y la estabilización de los próximos enfrentamientos de la lucha de clases por el aumento de la represión estatal. Sin dudas, esta tendencia reaccionaria y su necesidad de apoyo popular para conseguir sus demandas, muestra indirectamente que todos estos años se han acumulado nuevas fuerzas sociales entre los oprimidos, elevado su conciencia política y sintetizado sus propias experiencias de lucha.

Uno de los dirigentes de este movimiento, su ala izquierda junto al PCR y el MST, es Alfedro De Angeli, que un día antes de ser arrestado por la Gendarmería Nacional dijo en una entrevista al diario Perfil: “Temo una revolución social, y no se sabe en qué puede caer eso”. Esta incertidumbre con respecto al curso de los acontecimientos muestra el temor de Angeli a no lograr que el conflicto del cuál es parte de la dirección se mantenga en sus manos, sin que pase su dirección a otras clases o fracciones de clase. Cuando dice “Temo una revolución social” muestra que este miedo se funda en una tendencia a la cuál el conjunto de la burguesía le teme: un nuevo proceso de movilización de masas independiente, como sucedió durante el año 2001 y como empieza a suceder en distintos países de América Latina.

Hoy en día el conjunto de la clase dominante tiene la vista en mantener el conflicto dentro de la “institucionalidad”, de la “gobernabilidad”, y evitar que se desborde. Por eso, el Partido Justicialista decidió “resolver” el conflicto en el Congreso; es decir por medio de una de las instituciones fundamentales de la democracia burguesa. En esa misma entrevista Fontevechia le preguntó a De Angeli “¿Encuentra algún paralelismo entre esta crisis y la de 2001?”, él le contestó: “Vamos camino al 2001 con la desocupación del interior. Es muy probable que la convulsión no la tengamos en Buenos Aires esta vez, que sea en el interior.”

Esta entrevista refleja la inquietud del periodista y la intención del líder patronal: ir hacia un “2001”, pero distinto, con el objetivo de incluir en la administración del Estado, en su dirección económica, elementos que reflejen la nueva situación de crisis económica y la imperiosa necesidad de la inyección de capitales y el ajuste interno del ya reducido “gasto social”. No es deseable una revolución en el reclamo agropecuario, pero sí le es deseable re-distribuir la gran producción de riqueza de un modo un tanto distinto al que lleva adelante el gobierno de Kirchner, aunque esta re-distribución no sea para los trabajadores pobres de la ciudad y el campo. La fórmula económica de esta nueva expresión política, de este nuevo frente patronal que está en gestación puede expresarse de la siguiente manera: continuar el crecimiento económico por medio del aumento de la inversión imperialista. Esta inyección de capital puede hacer posible una baja de las retenciones y, en lugar de pagar la deuda con la plata de la renta agraria, pagarla con más deuda. El principal exponente político de este nuevo frente patronal es Eduardo Duhalde y su Movimiento Productivo Argentino que ha tomado presencia pública notable en los últimos meses, a pesar de que fue fundado a mediados del 2001.


4. El Estado y su rol de conducción hegemónica

Para llegar hacia el nuevo tipo de gobierno el frente patronal agrario y el capital imperialista necesitan orientar el conflicto social en el sentido que vienen haciéndolo, dirigiéndolo por medios propios. Esta capacidad de conducir la lucha de fracciones sociales de medianos y pequeños propietarios del campo, conquistando el apoyo de crecientes fracciones medias y trabajadoras de la ciudad tiene que ser contrarestada impulsando la lucha independiente de los trabajadores ocupados y desocupados, campesinos pobres y estudiantes, haciendo emerger una alianza de clases con hegemonía de los trabajadores.

Como señala Engels a apropósito de la función del Estado en la sociedad de clases: “A fin de que las clases antagónicas, de opuestos intereses económicos, no se consuman a sí mismas y a la sociedad en luchas estériles, hácese necesario un poder que domine ostensiblemente a la sociedad y se encargue de dirigir el conflicto o mantenerlo dentro de los límites del “orden”[1]. Engels no sólo ve al Estado como apaciguador de las contradicciones que emergen del mismo proceso social sino que, ante la inevitable explosión de estas contradicciones, el Estado se pone como actor para dirigir este proceso de tensión social para que no se traslade su dirección hacia carriles indeseados, ya sean en manos de trabajadores, distintos sectores populares o alguna otra fracción de la clase dominante que pretenda utilizar el conflicto para tomar el control político del Estado y desplazar a la fracción gobernante.


5. Tiempo de re-agrupamiento en el campo popular

A más de 100 días de desatada la crisis política que envuelve a la Argentina por el conflicto entre las patronales agrarias y el gobierno nacional, empiezan ya a perfilarse algunas posiciones políticas al interior de la izquierda.

Al hablar de izquierda me refiero a las organizaciones políticas que lograron, bajo esta coyuntura de lucha inter-burguesa, mantener su independencia política frente a los dos bandos patronales. Me refiero al no tan vasto pero tampoco tan pequeño número de partidos, movimientos sociales, corrientes sindicales, agrupaciones estudiantes, etc. que por distintas acciones, movilizaciones y pronunciamientos se posicionaron “ni con el gobierno ni con el campo”.

El resto de las organizaciones que hasta ayer algunos podrían calificar como de izquierda, luego de que se pasaran a uno u otro bando patronal no podemos menos que rever su caracterización. En primer lugar, detrás del Frente del gobierno nacional se han abroquelado cientos de intelectuales “progresistas”, los movimientos sociales como Patria Libre, el Movimiento Evita, y Libres Sur, una fracción del movimiento campesino agrupado en el Frente Nacional Campesino, y grupúsculos menores por todo el país. Al mismo tiempo cuenta con la representación mayoritaria de la clase obrera, por medio del burócrata sindical Hugo Moyano. Todos estos grupos apoyan al gobierno nacional y las nuevas retenciones móviles aplicadas a la exportación de granos.

Del otro lado tenemos a los distintos propietarios o productores del campo luchando por la rebaja de las retenciones al 35% y la anulación de su carácter móvil. En este movimiento se apoyan los sectores de oposición de derecha, amplias franjas de la pequeña burguesía urbana, y organizaciones políticas de “izquierda” como el MST y el PCR. Por supuesto, como decíamos párrafo atrás, es necesario re-definir el carácter de estas organizaciones puesto que una organización de izquierda se define en primer lugar por su posición de clase. Y sólo una organización que lucha de forma independiente de cualquier fracción burguesa puede ser denominada de izquierda. Y esto no es sólo por una cuestión semántica, sino por un esfuerzo de delimitación política entre quienes pregonan alianzas con algún sector burgués y quiénes trazan una política de independencia de clase.

A raíz de esta nueva delimitación es necesario ir siguiendo el proceso de re-agrupamiento de las fuerzas sociales de la clase trabajadora y los sectores oprimidos, sus distintas expresiones organizadas, tanto sociales como políticas. Como señalamos al principio, bajo esta nueva delimitación necesaria y fundamental encontramos distintos grupos políticos que se posicionan con independencia política de los bandos patronales.

A uno de estos agrupamientos me referiré a continuación.

6. Espacio de “Otro camino para superar la crisis”: entre la independencia política y el apoyo crítico al gobierno de los Kirchner

Declarándose ni a favor del gobierno nacional ni con las patronales agrarias, el espacio que podemos denominar de la izquierda independiente ha escrito su propia declaración bajo el nombre “Otro camino para superar la crisis”. En realidad, en lo que va del conflicto agrario, ya han escrito 2 documentos. El primero apareció firmado por Jorge Sanmartino (del grupo Praxis), Eduardo Lucita (de Economistas de Izquierda) y Claudio Katz (también del EDI). Esta declaración fue firmada por cientos de personas, entre intelectuales universitarios, trabajadores y distintos grupos políticos. A partir de la primera declaración y de la adhesión de distintos sectores se convocaron varias reuniones en donde se acordó una segunda declaración con los sectores adherentes de la primera.

En cuanto a la caracterización del conflicto dicen que se trata de una disputa interburguesa por la apropiación de la renta agraria. Reconocen, por tanto, que los actores sociales en pugna representan los intereses de distintas fracciones de la clase dominante. Por lo tanto no apoyan a ningún bando.

Sin embargo, defienden el derecho del Estado a la regulación económica. Aunque el gobierno de Kirchner no distribuya la riqueza –ellos reconocen esto- es legítimo, señalan, que el Estado intervenga en la sociedad para regular el precio de las mercancías, de forma de nivelar el crecimiento económico excepcional de una esfera de la producción (en este caso la exportación de soja), hacía otras esferas de la producción económica (en este caso, para la reproducción de la relación de dependencia imperialista vía el pago de la deuda externa y para la reproducción de la burguesía industrial local vía subsidios directos). El documento dice lo siguiente sobre este punto: “Al reclamar la anulación de las retenciones móviles como bandera principal de 'apoyo al campo', este movimiento impugna el derecho del Estado a apropiarse de las rentas extraordinarias y a regular tibiamente los precios de los alimentos que consumimos todos los argentinos.”

Lo que sucede es que esta defensa del “derecho” del Estado a intervenir en el proceso económico está siendo separada del actor social que la realiza. Separa la acción de la fuerza social que la lleva acabo. Entonces critica quién la hace (el gobierno K) pero no critica la acción misma, sino todo lo contrario, la apoya. Como si el Estado, más allá de quién lo dirija, tenga atribuciones propias que son legitimas de aplicar por sí mismas. Una apreciación materialista tiene que enlazar el análisis de la acción con la fuerza social que la lleva a cabo; es decir, señalar el interés económico que beneficia tal acción. Es claro que la aplicación de las retenciones móviles no busca beneficiar a la clase trabajadora, sino a otras fracciones de la burguesía. Es una retención de carácter pro-burgués. Y en este sentido no deben recibir ningún tipo de apoyo.

La consigna central del segundo documento del espacio independiente dice: “Sí a las retenciones. Por una canasta básica sin IVA”. Es decir, en lugar de marcar con centralidad un reclamo propio, independiente, primero apoyan la acción del gobierno, y luego una demanda “redistributiva”, una quita de impuesto a los insumos necesarios de los trabajadores.

Lo que se deja traslucir en esta posición política es la creencia en la posibilidad de una distribución de la riqueza en los marcos actuales del capitalismo, utilizando el Estado (estructuralmente burgués) para intervenir en la producción económica en beneficio de una industrialización del país. “La redistribución social del ingreso nacional no sólo se necesita y es posible ahora, si no que ya lo era antes.” Y Luego dicen: Mientras no se disponga de otras políticas como la fijación de precios internos por organismos como las disueltas Juntas Nacionales de Carnes y de Granos y el control de las ventas externas y sus ingresos por un organismo estatal de comercio exterior, no habrá otros mecanismos mejores que las retenciones para controlar los precios locales de los alimentos y su abastecimiento regular”. En realidad debería decir lo inverso, mientras sólo existan estas retenciones (que ya están siendo aplicadas) seguirán subiendo los precios de los insumos básicos de los trabajadores, y continuarán beneficiándose de ellas los acreedores de la deuda externa y los grandes empresarios.

Lo que hace falta no es que este Estado, estructurado para orientar la producción social en beneficio de la burguesía, re-distribuya la riqueza producida por la explotación de los trabajadores –del campo y la ciudad-, sino que los mismos trabajadores asuman el control de los medios de producción social –de la tierra y de las fábricas-. No alcanza para “superar la crisis” “ir por más” subiendo las retenciones a la minería, a las petroleras, sino que sean expropiadas por sus propios trabajadores.

El documento en ningún momento señala que las tareas centrales por las cuales superar la crisis tienen que ser llevas por la acción directa de los trabajadores, sino por el Estado, este Estado.

En definitiva, el documento del espacio independiente termina apoyando la medida del gobierno nacional en busca de que se “profundice” y se generalice el sistema de retenciones hacia otras ramas capitalistas para que sea utilizado ese dinero en beneficio de los trabajadores y sectores populares. Es decir, cree que el problema es éste gobierno, en lugar de éste Estado y el sistema de clases donde se apoya. Por eso critica el accionar del gobierno en general pero apoya las retenciones en particular. Se delimita políticamente del gobierno pero se alía ideológicamente con la concepción de la función del Estado capitalista. Esta conclusión la sacan a partir de comparar la década de los 90´ con la actualidad. Dicen lo siguiente: “Como lo demuestra la experiencia de la década pasada, la privatización de las principales empresas productoras y de servicios produjo mucho más daño que su manejo por el Estado burgués. Lo mismo sucede hoy con los impuestos a las rentas extraordinarias del agro, que el gobierno aumenta y la rebelión del bloque agrario busca eliminar”.

Este posicionamiento del espacio de izquierda independiente no se encuentra disociado de sus posicionamientos internacionales. La gran mayoría de este bloque apoya más o menos críticamente al gobierno de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa; caracterizándolos como gobiernos populares y trampolines hacia un proceso socialista. Reproducen, en el plano de la política internacional, su concepción ideológica de la posibilidad del Estado burgués como agente de cambio en beneficio de los intereses del pueblo trabajador.


7. ¿Hacia donde ir? ¿Qué política tener en esta nueva etapa política?

1. Levantar como bandera central la independencia política de la clase trabajadora frente a la disputa entre el frente patronal por el comando político de “su” Estado.

2. Disputar la hegemonía política del peronismo y todas las variantes existentes de conciliación de clases, tanto en el terreno de los trabajadores como del resto de los sectores populares. En este sentido, trabajar para la ruptura del frente patronal que se encuentra del lado del gobierno. Este frente consiste en una alianza entre la burguesía industrial y la burocracia sindical con expresión política en el Partido Justicialista, apoyado en la dirección del Estado.

3. Denunciar el carácter reaccionario y pro-patronal del reclamo en contra de las retenciones. Trabajar en este sentido, por la ruptura del frente del campo, de modo que comiencen a entrar en escena los propios intereses de los pequeños productores. De aquellos realmente pequeños, no de los que cortaron las rutas, generaron desabastecimiento y aumento de los precios de los alimentos.

4. Trabajar por la unidad de las organizaciones sociales y políticas que levanten una política de independencia de clase frente a la disputa patronal. En este sentido organizar la lucha por las reivindicaciones de cada sector, ocupado y desocupado, estudiantil, ambiental, etc.


3 de Julio de 2008

[1] Engels. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Pág. 160.