La actual crisis económica no se trata del “fin del neoliberalismo” sino de la primera crisis del capitalismo a escala planetaria, comprendiendo en su estallido a Estados Unidos como epicemtro y afectando la economía de todos los paísies del mundo.. La crisis en curso no se reduce a una crisis de un modelo de capitalismo, caracterizado por la predominancia del capital financiero, sino a una crisis recurrente al modo de producción capitalista, caracterizada por la superproducción de capital más allá de su capacidad de apropiación.
Sus fuerzas productivas, cíclicamente, se desarrollan en mayor cantidad que la que soportan las relaciones de producción en las cuales se asientan. Esta contradicción imposible de conciliar está dada por el hecho fundamental de que el beneficio de una clase –la burguesa- se realiza sólo en base al aumento de la explotación de otra clase –la trabajadora-, la que es numerosa y lo suficientemente poderosa para derrumbar el conjunto del sistema social y construir uno nuevo. Esta posibilidad histórica es la que se encuentra en potencia en el estallido de cada contradicción irreconciliable del sistema social: la lucha entre las clases es la base de todo el sistema capitalista y su carácter es irreconciliable.
La forma del proceso productivo, anárquica, esta guiada por la competencia capitalista individual, y no por una lógica de planificación racional del desarrollo de las fuerzas productivas, lo que impide estructuralmente a la burguesía y su Estado evitar la recurrencia de las crisis, y pasar a través de ella dando continuos manotazos de ahogados, como los monumentales rescates a Bolsas del mundo, que día tras día vienen sin dar resultados para contener el desangre financiero, y lo que ya es una realidad: una recesión de la economía mundial.
Sarkozy y la “solución” a la crisis mundial del capitalismo
16 de octubre de 2008.
Su propuesta general es crear una “célula de crisis financiera”, lo que sería una formalización de un recurso en curso: un fondo de capitales especialmente diseñando para la compra masiva de capitales devaluados y un mayor control de las transacciones financieras. Con esto Sarkozy pretende dotar al capitalismo de un antídoto ante las crisis, intentando de pilotearlas, de manera que tengan un impacto menor. ¿Es posible esto? Los últimos hechos de inyección de capital por parte de los estados capitalistas centrales muestra que es la forma concreta que se da la burguesía para contener la crisis, pero al mismo tiempo se muestra limitada por el carácter estructural de la crisis, justo cuando ha entrado en su momento de aceleración y en momentos previos a un crack financiero de alcance planetario, lo que pondría a la economía mundial en una gran depresión prolongada. Sin dudas, por más controles o cantidades fabulosas de capital para salvar la economía, el sistema seguirá entrando en crisis de forma recurrente.
Estamos presenciando los comienzos de una nueva época en el desarrollo del modo de producción capitalista, una época en la que muestra su capacidad de desarrollarse hasta el punto de llegar a abarcar a la casi totalidad de la población mundial, extendiéndose sobre casi toda la superficie del planeta; pero al mismo tiempo muestra su absoluta incapacidad para desarrollar plenamente sus fuerzas productivas, tendiendo a su descomposición como sistema social. Históricamente, la única “solución” realista para terminar con las crisis capitalistas es derrocando al mismo sistema; cualquier solución a la crisis dentro del sistema es, a esta altura, un completo disparate.
Polarización social y política creciente
Los cimbronazos que la crisis económica da sobre el movimiento de las clases sociales son monumentales, y ocasionan todo tipo de fenómenos sociales atípicos en etapas estables de lucha de clases. La huelga y movilización de la policía del Estado español es un claro ejemplo. Tanto
En cada una de estas huelgas y movilizaciones se encuentra un factor común: se trata de la respuesta de la clase trabajadora del campo y la ciudad ante los intentos de las clases dominantes de hacerle pagar la crisis capitalista, una crisis de “su” modo de producción, a los trabajadores. Por su puesto, como de era de esperar, la clase trabajadora mundial ha comenzado a visualizar en mayor o menor medida que los “rescates” de los gobiernos capitalistas para “contener” la crisis son inservibles y están siendo realizados a costa de la explotación del trabajo ajeno, acumulado por miles de millones en los Estados de todo el mundo.
La recesión económica mundial ya es una realidad en donde cabalgan las contradicciones de clase, que irán profundizándose a medida que la crisis se generalice sobre las bases productivas de la sociedad y la clase obrera manifieste con más agudeza las tendencias a la lucha que ya ha empezado a mostrar.
En Paris la huelga llegó a los 100.000 manifestantes, mientras que en Italia se desencadenó una contundente huelga de 300.000 trabajadores y estudiantes que rebalsó las calles de las principales ciudades. En Grecia la huelga alcanzó a 2 millones de trabajadores, contra los planes de ajuste y privatización del gobierno, con miles movilizándose en Atenas y resistiendo la dura represión policial.
En Colombia, los campesinos vienen movilizándose y cortando rutas exigiendo el reparto de tierras y justicia para los miles de asesinados durante los últimos años por el gobierno de Uribe y su Estado terrorista. En los últimos 6 años más de 1000 campesinos fueron asesinados y más 50.000 desplazados de sus tierras ancestrales. En el departamento del Cauca la policía reprimió brutalmente asesinando a 2 campesinos y más de 70 heridos. En jueves último, esta rebelión campesina se sumaron los trabajadores estatales de todo el país sumando más de 500.000.
La única forma en que los trabajadoras podrán evitar que la crisis sea descargada sobre sus hombros, será valiéndose de su fuerza para avanzar en el derrocamiento del sistema capitalista que conduce inevitablemente a crisis sociales brutales, y en este mismo movimiento revolucionario sentar las bases de una nueva sociedad sin clases, la sociedad socialista.