jueves, 2 de octubre de 2008

Cristina Kirchner: de rodillas ante el capitalismo en crisis

2 de septiembre

El festejo de Cristina junto a la burguesía industrial

El martes 2 de septiembre , día en que la burguesía industrial festeja su día, el gobierno de Cristina Kirchner anunció el pago de la deuda de más de 6.000 millones de dólares al Club de París. Esta noticia trajo gran revuelo entre la burguesía financiera e industrial, local e internacional; es decir, en el conjunto de la clase dominante. Es que como afirmó el presidente de la Unión Industrial Argentina, Lascurian, “va a tener una repercusión positiva local e internacionalmente. Imagino que a los acreedores les va a caer bien. Va a dar la posibilidad de descomprimir la situación y a las empresas de mejorar su financiamiento". En estas palabras Lascurian expresa algo que tiene muy claro: que para que la burguesía local “funcione” necesita de capitales extranjeros que alimenten su crecimiento, es decir, que el capital local está atado estructuralmente al desarrollo de la economía del mundial, del mercado de capitales del mundo entero. Con la entrada de la crisis ya afectando oficialmente a Europa, los países imperialistas de éste continente incrementaron la presión sobre sus semi-colonias –como la Argentina-, frenando la entrada de capitales hacia el país. Para su ingreso requerían un desembolso importante.
Esta es una de las tantas vías por las que se expresa la crisis en curso. Su funcionamiento general consiste en patear para adelante el estallido de las contradicciones, descargando pérdidas por todos lados. Esto, por su puesto, implica una gigantesca destrucción de fuerzas productivas que la burguesía contiene mediante su socialización permanente. Al no poder contener la caída inevitable de la tasa de ganancia, la burguesía comienza a aumentar los precios de todo.
Esta suba general del precio de las mercancías afecta de forma desigual a las distintas clases. Los grandes capitales imperialistas descargan sus “pérdidas” sobre los trabajadores y las burguesías dependientes de sus países semi-coloniales. Mientras que las burguesía nativas de un país como Argentina no tiene más que descargarla sobre los trabajadores y la pequeña burguesía. Esta transferencia, acelerada desde principio de 2008, en el mediado plazo causará una contracción del consumo que empezará en primer lugares por los trabajadores y en segundo con el quiebre de capitales pequeños y mediados que fundirán o serán comprados por capitales mayores. Mediante las crisis aumenta la concentración del capital y por lo tanto, la expropiación masiva del salario de los trabajadores, lo que se traduce en crisis social que puede devenir en una crisis política.
La última gran crisis fue durante el 2001-2002 y llegó poner en desequilibrio las instituciones políticas del Estado, a la democracia burguesa. La diferencia con la crisis de los 70´ es que mientras ésta puso en cuestión el régimen de producción económica, la que derrumbó a De la Rua y varios presidentes más tuvo un límite en la crítica a la forma del Estado y la política de contenido abiertamente “neoliberal”.


14 de septiembre
Tiembla Wall Street…

Los días pasaron y el intento de dar confianza a los buitres financieros no se hizo sentir… de hecho la Bolsa de Buenas Aires sufrió importantes caídas, recuperándose días después levemente. Pero la calma no duró mucho porque el 14 de septiembre una los más grandes bancos de inversión de Estados Unidos, el Lehman Brothers anunció su quiebra, lo que puso al mercado financiero mundial al borde del precipio, mostrando una de las caídas de las bolsas de valores del mundo más grande de la historia. El pánico se apoderó de los financistas y las pérdidas de capital contaron en miles de millones de dólares. En fantasma de la crisis de 1929, el crack y la profunda y ya casi inevitable recesión económica cada día se vuelve más real. Y la Bolsa de Buenos Aires, pese a las buenas intenciones de Cristina Kirchner de arrodillarse ante el capital financiero pagando puntualmente sus deudas, cayó como si fuese un apéndice del sistema financiero mundial. Es que, de hecho, sí lo es, y cada día que pasa queda más demostrado mostrando su volatilidad a los vaivenes descontrolados de la crisis económica internacional.
Pero es que Cristina no ha aprendido la lección y más allá de que los financistas no otorguen confianza al mercado de valores argentino, les vuelve a dar fantásticos anuncios de desenvolvimiento de dinero. Sí, es que si pagando al Club de París no alcanza para asegurar la entrada de créditos en nuestro país, el gobierno anunció que re-abrirá el canje de deuda para los bonistas que no entraron en el año 2005. ¿Qué significa esto? Que el gobierno pretende pagarle en capital “fresco” –no en bonos de deuda” a los capitalitas de Wall Street que vienen de pérdidas millonarias en las últimas semanas. Es decir, que el capital financiero internacional además de pretender que el Estado norteamericano nacionalice sus acciones “basuras”, de modo que sus pérdidas las pague la población trabajadora norteamericana, también busca socializar sus pérdidas apretando a los Estados semi-coloniales como el argentino para que envíen fondos para paliar la crisis.
Con esta política de falso “desendeudamiento”, el Estado argentino está funcionando como contenedor de la crisis que sufren los grandes bancos yanquis, en desmedro de los trabajadores argentinos que son los principales contribuyentes de las arcas nacionales mediante el impuesto al consumo (IVA). De este modo, vemos como el pago de deuda funciona como un mecanismo de explotación capitalista a escala internacional que posibilita la transferencia indirecta de capital desde el bolsillo de la clase trabajadora a los grandes capitalistas bancarios.
Pero todo este servilismo ante el imperialismo norteamericano es revestido por la presidenta por un discurso de falsa barricada, donde crítica a los Estados Unidos por imponer la ideología del libre mercado pero hoy, frente a la crisis, utiliza al Estado para contenerla y equilibrarla. En realidad, ella está haciendo lo mismo “redistribuyendo” la riqueza hacia los buitres financieros, intentando darle solvencia a ese mismo “modelo” que ella misma se encargó de decir que se estaba derrumbando.



29 de septiembre
Wall Street al borde del precipicio

Luego de la quiebre del Lehman Brothers, ante el pánico abrumador entre los financistas de Wall Street, el presidente Bush anunció un “plan de salvataje” del sistema financiero. La razón que alegó en cadena nacional fue que si no se hacía se estaría poniendo en un verdadero peligro el conjunto de la economía, y afectaría a los 300.000 millones de estadounidenses. Su idea consiste en gastar 700.000 millones de dólares en la compra de acciones “tóxicas”, totalmente devaluadas por carecer de respaldo económico real. Es decir, utilizar la plata recaudada en base el cobro de impuestos principalmente a la población norteamericana, lo que significaría socializar las multimillonarias pérdidas de los capitalistas hacia el conjunto del pueblo. En otras palabras, tal como denunció Michael Moore, asistimos a un intento de golpe económico por parte del capital financiero. Sin embrago, los mercados no mostraron gran confianza en este rescate y las bolsas siguieron bajando día a día, mientras Bush impulsaba un “gran acuerdo nacional” basado en un acuerdo entre su Partido Republicano y el Partido Demócrata, en los cuales fue encontrando creciente oposición, especialmente en la fracción ultraliberal de su propio partido que es reacia a la “intervención” estatal en la economía. Su objetivo: que el Congreso apruebe esta mega-compra de capitales basura cuanto antes, buscando evitar un colapso mayor.
Pero el colapso llegó el 29 de septiembre, cuando el Congreso sesionó y la mayoría de los representantes votó en contra, produciendo una de las peores caídas de Wall Street de la historia, derrumbando de forma estrepitosa todas las bolsas del mundo. En el diario Clarín, el enviado especial en Estados Unidos señalaba lo que es inocultable: “Pero sucedió lo que la mayoría de la gente sin voz en este país sí sabía. El plan es rechazado por la mayoría de la población de una u otra manera y los representantes reflejaron eso.”
La Bolsa de Buenos cayó casi el 9%. En medio de esta hecatombe Inglaterra nacionalizó dos de sus bancos más importantes, la Bolsa de San Pablo cerró antes para evitar seguir acumulando pérdidas, que ya alcanzaban el 10%. Así, la actual crisis del capitalismo se transformaba crecientemente en global y varios mitos sobre las panaceas de la globalización, las maravillas del libre mercado, la famosa teoría del “desacople” formulada por nuestra presidente se pinchaban al ritmo en que la burbuja especulativa lo hacía.


2 de octubre
Wall Street u orquestando el golpe financiero

Pero la burbuja sigue pinchándose. Es que todavía, los miembros del Congreso no se ponen de acuerdo para aprobar este salvataje y sólo han conseguido, ayer por la noche del miércoles, aprobar esta mega-compra en el Senado; aunque la parte más difícil aún no ha llegado: mañana viernes volverá a sesionar la Cámara de Representes, que ya votó la primera vez en contra, para intentar aprobar el salvataje. Mientras tanto, según podemos observar, hoy jueves las bolsas de todo el mundo muestran caídas importantes, reflejando la desconfianza de los inversores que, aunque el plan de rescate sea aprobado, ya saben que será insuficiente para descomprimir y dar por terminada la crisis que, a la vista de todos, ya se ha trasladado a la economía real de gran parte del mundo. Estos bruscos coletazos confirman algo que se venía anunciando y es que la entrada a un período de recesión de la economía mundial es casi inevitable.

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